Esta transformación nos abre diversas posibilidades. En primer lugar, nos da la oportunidad de aprovechar el llamado «bono demográfico» –un periodo en el que la proporción de la población en edad de trabajar es significativamente mayor que la de dependientes, presentando oportunidades económicas que pueden ser aprovechadas mediante inversiones en educación y desarrollo laboral– aumentando la inversión educativa por estudiante.
En segundo lugar, esta transformación nos da la posibilidad de avanzar hacia mayores niveles de cobertura de la educación desde las etapas más tempranas, adaptando de manera innovadora los espacios educativos para responder de forma eficaz a esta coyuntura, tal y como venimos haciendo en los últimos años. En 2023 logramos garantizar en la Ciudad el 100 % de cobertura de vacantes en sala de 2 y 3 años.
Asimismo, se nos presenta la oportunidad de avanzar hacia agrupamientos con formas más flexibles de organización escolar, contemplando grupos reducidos y diversas modalidades de disposición docente que se ajusten de manera más dinámica a las distintas formas de aprender y permitan profundizar el seguimiento personalizado de las trayectorias educativas haciendo de la escuela un lugar cada vez más inclusivo. En un ámbito más amplio, adquiere relevancia la potencial reconfiguración de los espacios físicos, la infraestructura escolar y los horarios, sugiriendo la posibilidad de un replanteamiento integral de las dinámicas escolares.
Por otro lado, resulta innegable que la Ciudad hacia la cual nos dirigimos es aquella donde el conocimiento y la capacidad creativa, crítica e interpretativa desempeñarán roles centrales. Las denominadas habilidades del siglo XXI son esenciales para que la Ciudad avance hacia un desarrollo pleno y pueda garantizar la libertad, igualdad de oportunidades y progreso tanto a nivel individual como colectivo.
Por su parte, resulta prioritario seguir desarrollando la habilidad de comprender y manejar con fluidez el inglés, idioma fundamental de esta era en el contexto de la denominada «ciudad bilingüe». Cultivar la competencia en el manejo del inglés trasciende la mera adquisición de habilidades lingüísticas; se presenta como una necesidad imperante en la construcción de un futuro cada vez más global. El inglés no solo habilita la comunicación con personas de otras partes del mundo, sino también funciona como una puerta hacia innumerables oportunidades educativas, profesionales y culturales. Por eso, es indispensable seguir profundizando las políticas de aprendizaje de esta lengua.
Sin embargo, para avanzar hacia la adquisición de nuevas habilidades es necesario que los aprendizajes fundamentales de matemática y lengua se encuentren garantizados. Es esencial que los chicos y chicas culminen su primer ciclo de educación primaria con la habilidad de leer y escribir de manera clara y precisa, y también con la capacidad de comprender lo que leen. Este dominio no solo constituye un fin en sí mismo, sino que sienta las bases para el salto hacia niveles de conocimiento más complejos. También es crucial que adquieran la capacidad de realizar cálculos matemáticos simples y que, al mismo tiempo, desarrollen la habilidad de emplear los números como herramientas para la programación, la creación y el diseño de soluciones. En este sentido, para los próximos años debemos adquirir un enfoque de formación en capacidades, incluso desde la escuela primaria.
Además, la Ciudad se encamina hacia una mayor influencia de la tecnología, la cual se expandirá no solo en los procesos educativos, sino también en las dinámicas de socialización y en el complejo tejido del mundo laboral. La automatización de procesos, el auge de la economía del conocimiento y el crecimiento exponencial de la inteligencia artificial (IA) emergen como pilares esenciales que darán forma y modificarán sustancialmente las demandas y necesidades de la Ciudad, imponiendo enormes desafíos y oportunidades.
Entonces, la integración de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito educativo nos abre un vasto horizonte para seguir diseñando propuestas formativas para que los y las estudiantes tengan la oportunidad de desarrollar las capacidades que va a demandar este nuevo contexto, tanto de cara al futuro desarrollo tecnológico como la mirada crítica para reconocerla como herramienta para seguir aprendiendo y creando nuevas prácticas en el marco de la cultura digital. La IA, en tanto desarrollo tecnológico, es una herramienta y una oportunidad para diseñar propuestas que les permitan potenciar los aprendizajes, una mirada crítica y acompañar las trayectorias formativas de los y las estudiantes de forma contextualizada. La posibilidad de diseñar experiencias formativas mediadas por la IA, interpela a los y las estudiantes con preguntas diseñadas a medida, promueve la participación y construcción activa de conocimiento, potenciando la capacidad de pensar y diseñar soluciones diversas y originales, cultivando así no solo el acceso a la información, sino también la capacidad de imaginar y construir mundos posibles en los procesos de aprendizaje y enseñanza que tienen lugar en las escuelas de la ciudad.
Por otra parte, la capacitación en nuevas tecnologías se convierte en una herramienta clave para aprovechar al máximo esta revolución, permitiendo que los ciudadanos estén a la vanguardia de la innovación y contribuyan activamente al crecimiento sostenible de la Ciudad.
En tercer lugar, y a pesar del enorme esfuerzo invertido en la creación de la Universidad de la Ciudad, no pudimos llevar a cabo una transformación profunda en la forma en la que enseñamos a enseñar. En este contexto, es fundamental elevar la discusión sobre la formación docente inicial a un nivel nacional, abogando por un enfoque federal que propicie un diálogo exhaustivo sobre la calidad de la formación y proponga nuevas modalidades de acreditación para estas carreras.
El futuro nos ofrece múltiples oportunidades, a la vez que muchos desafíos. Porque en una Ciudad que se encuentra en constante proceso de transformación, y frente a un escenario de gran complejidad e incertidumbre, la educación no puede quedarse atrás. Aunque las incógnitas son muchas, podemos vislumbrar algunos indicios sobre la Ciudad de los próximos años.
En sintonía con las grandes urbes del mundo, la Ciudad de Buenos Aires experimenta importantes cambios demográficos. Esta tendencia se ve reflejada, por ejemplo, en la baja del más de 40 % en los nacimientos que hubo en seis años ⁷.
Esta transformación nos abre diversas posibilidades. En primer lugar, nos da la oportunidad de aprovechar el llamado «bono demográfico» –un periodo en el que la proporción de la población en edad de trabajar es significativamente mayor que la de dependientes, presentando oportunidades económicas que pueden ser aprovechadas mediante inversiones en educación y desarrollo laboral– aumentando la inversión educativa por estudiante.
En segundo lugar, esta transformación nos da la posibilidad de avanzar hacia mayores niveles de cobertura de la educación desde las etapas más tempranas, adaptando de manera innovadora los espacios educativos para responder de forma eficaz a esta coyuntura, tal y como venimos haciendo en los últimos años. En 2023 logramos garantizar en la Ciudad el 100 % de cobertura de vacantes en sala de 2 y 3 años.
Asimismo, se nos presenta la oportunidad de avanzar hacia agrupamientos con formas más flexibles de organización escolar, contemplando grupos reducidos y diversas modalidades de disposición docente que se ajusten de manera más dinámica a las distintas formas de aprender y permitan profundizar el seguimiento personalizado de las trayectorias educativas haciendo de la escuela un lugar cada vez más inclusivo. En un ámbito más amplio, adquiere relevancia la potencial reconfiguración de los espacios físicos, la infraestructura escolar y los horarios, sugiriendo la posibilidad de un replanteamiento integral de las dinámicas escolares.
Por otro lado, resulta innegable que la Ciudad hacia la cual nos dirigimos es aquella donde el conocimiento y la capacidad creativa, crítica e interpretativa desempeñarán roles centrales. Las denominadas habilidades del siglo XXI son esenciales para que la Ciudad avance hacia un desarrollo pleno y pueda garantizar la libertad, igualdad de oportunidades y progreso tanto a nivel individual como colectivo.